miércoles, 8 de marzo de 2017

Destino Cap.3

¡Feliz día de la mujer!

¿Qué tal vuestro día? El mío muy movidito. Hemos ido a comprar plantas y flores para el jardín. Por lo que vamos a tener un lugar tranquilo y colorido para esta primavera. ¡Por fin! Bendito síndrome del nido. Jajaja

Voy a por el tercer capítulo, que por lo que veo, está gustando. Y sabéis que eso me encanta y me motiva más. Así que vamos a por ello.

Capítulos anteriores:

Destino Cap.1
Destino Cap.2


¡Sigue leyendo!


DESTINO


Capítulo 3:


Después de una comida muy entretenida, Joe se llevó a Elena a tomar un café a otro sitio. En la comida apenas habían hablado. Después de esa conversación, donde Elena había sentido entre rechazo y alegría, la cosa se había quedado un poco fría. Sin embargo, volvió a animarse y comenzaron a hablar.

- ¿Y cómo murieron tus padres? Recuerdo que en la entrevista me dijiste que estabas sola... ¿Y a qué te dedicas? No me lo has dicho.

- Mis padres murieron en un accidente de avión hace unos años. - Recordó con tristeza.- Y soy ayudante de recepción en un hotel de cuatro estrellas. Me saqué la carrera de dirección de empresas y hablo seis idiomas.

- Muy interesante. -La miró con curiosidad.- Pareces muy inteligente, pero sin embargo, tienes un trabajo de mierda. ¿Porqué? -No lo dijo con mala intención, pero Elena arqueó la ceja. - No me mires así. Tienes una carrera e idiomas, podrías aspirar a algo mucho mejor. Estás desaprovechada.

- Eres demasiado sincero, para conocerme tan poco. Pero... -Suspiró.- Supongo que tienes razón. Pero como no soy hija de... O amiga de.. Los trabajos son difíciles de conseguir. Estamos en crisis, ¿recuerdas? - Sorbió su café con hielo y miró hacia el mar.

- Ya. -Se quedó pensativo y no hablaron nada más. Simplemente, disfrutaron de la mutua compañía.

Horas más tarde y tras breves charlas sin importancia, volvieron a casa. Y algo había cambiado. Habían creado una conexión especial, Elena ahora lo veía con otros ojos. Ya no le daba miedo o la asustaba lo grande que era. Su mirada era tierna y cariñosa, era el típico hombre que cualquier mujer querría: Un protector. Y eso hizo que sintiese algo que no comprendía, pero dejó pasar esas emociones. A fin de cuentas, él no estaba interesado en ella. Solo quería una compañera de piso, por lo que iban a ser buenos amigos.

Un mes más tarde, la convivencia era completamente diferente al principio. La vergüenza se había quedado guardada en un cajón, Joe traía a sus ligues a casa, Elena pasaba la mitad del día fuera de casa y cuando ambos coincidían, se divertían juntos charlando. Joe era realmente un caballero con ella. Y ella cada vez, estaba más pillada por él.

Joe la miraba de una forma diferente, no como miraba a las mujeres que llevaba a casa. Y en cierto modo, eso le dolía, porque no se sentía sexy. Una noche, Elena volvió cansadísima a casa y Joe le pidió un favor...

- Elena, por favor, te necesito. Dime que esta noche puedes acompañarme a una fiesta.

- ¿A una fiesta? ¿Ahora? - Miró el reloj. Estaba realmente cansada y Joe lo sabía, pero era una emergencia para quitarse a su madre de encima.

- Mi madre quiere conocerte o vendrá ella aquí. Es su cumpleaños. -Suspiró.- Me ha dicho que o te llevaba o ella vendría aquí para conocerte. Le he hablado tan bien de ti, que ahora te considera la chica ideal.

- ¿Es coña, no? ¿Me has visto? Parezco un cadáver andante. No, por favor... Dile que estoy enferma.

- Elena, por favor. - Le puso una cara de súplica tan mona, que cedió.

- Está bien ,deja que me de una ducha. -Suspiró. - Que sepas que ahora mismo te odio. Y me debes una cena. -Lo señaló con el dedo a modo de regañina.

- Hecho. - Le lanzó un beso y le guiñó el ojo.- Yo también voy a ducharme. EN media hora tienes que estar lista. Es una fiesta bastante normal, un vestido e irás perfecta.

- Gracias por el dato. -Enarcó la ceja y le lanzó una zapatilla. - No me trates como a una niña, idiota. -Se metió en su habitación, pero pudo atisbar una pequeña sonrisa de Joe antes de cerrar la puerta. Eran tal para cual.

Media hora más tarde, tal y como Joe le había pedido, Elena salió de su habitación. Joe intentaba verla como a una hermana pequeña, pero viendo a esa chica, tan natural, tan ella... Era imposible. Llevaba un vestido negro, ajustado, palabra de honor y unos tacones sencillos, junto a una chaqueta a juego. Aunque él prefería verla desnuda, en su cama. Sin embargo, esa idea debía desaparecer de su cabeza. Ella era buena, intocable. No iba a romperle el corazón a una mujer como ella. Además, solo tenía veintiséis años y él ya era un hombre de cuarenta. Él había vivido demasiado y ella aun tenía muchas experiencias por vivir. Él era un loco de las fiestas y las mujeres. Ella era tranquila y una mujer para toda la vida. Debía encontrar a alguien que nunca le hiciese daño. Aun así, no podía evitar pensar, que si él fuese mejor persona, querría una mujer como ella. La querría a ella.

Al llegar a la fiesta, todo el mundo se giró a mirarles. Elena iba del brazo de Joe para no matarse con los tacones, ya que la fiesta era en una terraza y habían pasado por una zona con pequeñas piedras en el suelo. Era raro ver a Joe con una mujer, pero sobretodo, en casa de su madre. Por lo que la gente comenzó a cuchichear, hasta que una mujer de unos sesenta años, se acercó a ellos.

- Al fin la has traído. Hola Elena, soy Kathy. La madre del mastodonte. - Le sonrió y Elena supo inmediatamente, que esa mujer iba a caerle de maravilla.

- Es un placer conocerla. -Sonrió.

- Mamá, no la agobies, que acabamos de llegar. -Le dio un beso en la mejilla de forma cariñosa a su madre y Elena vio que ese hombre, en realidad no se conocía a si mismo. Era cariñoso, aunque intentase parecer el tipo duro y golfo que todos veían.

- No seas tan quejica, hijo. A veces pareces un viejo remugón. -Le dio un pequeño golpe en el brazo. - ¿Me dejas hablar con ella un rato?

-  ¿Conmigo?

- ¡Mamá! ¿Qué tienes que decirle que yo no pueda escuchar? -Dijo entrando en pánico.

- Cosas de mujeres. Vete a saludar a tu padre antes de que venga con una de esas copas venenosas que le gusta tanto hacer.

- Si, mamá. Elena, si la vieja te da mucho la lata, grita y vendré a por ti. - Dijo poniéndole la mano en la cabeza en modo cariñoso, un modo, que su madre jamás había visto.

- No te preocupes, creo que nos vamos a llevar bien. - Sonrió.- Anda, ve con tu padre. Yo me quedo aquí.

Elena estaba nerviosa, no sabía que querría Kathy. Además, no la conocía de nada, pero le daba buenas vibraciones. Intentó calmarse y la siguió.

- Bien, Elena. Hablemos. -Hizo ademán para que se sentase a su lado. - Creo que te tengo que dar las gracias...



Continuará.

16 comentarios:

  1. Por ahora todo viene bien. ¿Habrá alguna sorpresa, algún giro argumental?
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Está claro que algo pasará. Lo que aun no sé el que... jajajaj

      Eliminar
  2. ¡Hola! Interesante, a ver qué es lo que trae la madre entre manos owo

    ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar
  3. ¡¡oh, cómo acabas dejándome con la intriga de la madre!! jajajaj...:Eres Maaalaaaa!!
    Un besazo!

    ResponderEliminar
  4. Dios.... El proximo para cuando??

    ResponderEliminar
  5. Vamos que romantico se esta dando esta historia. Me gusta, y mira que no soy tan fanática de los dramas rosas. Ya estamos en la casa de la madre, eso es un buen augurio. Interesante.
    Bso

    ResponderEliminar
  6. (。◕ ‿ ◕。)/ Holaaa!!!
    Este capitulo ha estado emocionante! aunque me ha molestado que el tipo sea tan golfo como escribes XD y esta es la segunda chica de los personajes que he leído que se lleva bien con la suegra o futura suegra XDDD veré que tal el capitulo 4


    Ten bonito día espero puedas pasar a visitarme un abrazo!

    穛 S4Ku SEK4i®

    ResponderEliminar
  7. ¡Hola! Me ha gustado que introduzcas el personaje de la suegra. De seguro que te habrá dado mucho juego. Parece un personaje chispeante, o esa sensación me ha dado cuando ha dicho que es "la madre del mastodonte", ja, ja, ja.
    ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar